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Durante estos días festivos pasados, sin internet a mano, y en plena naturaleza berciana, he podido disfrutar a ratos del placer de la lectura de varios libros. Entre ellos, está el último libro del profesor Leopoldo Abadía «La hora de los sensatos», todo un compendio de sentido común aplicado a la situación actual, tanto económica como política, con cuyas opiniones me he sentido totalmente identificado.
Aprovecho esta ocasión de «reinicio de actividad bloguera», para traeros aquí un extracto del capítulo dedicado a LA POLÍTICA.
(…) Y digo que esto de la política para mí es muy simple.
Y que voy a comenzar diciendo lo que NO es la política:
Y que voy a comenzar diciendo lo que NO es la política:
La política NO es el arte de conquistar el poder. Por tanto, el buen político NO se mide por su capacidad de ganar elecciones.
La política NO es el arte de mantenerse aferrado al poder, diciendo: “De aquí me sacan con los pies por delante”.
Como consecuencia, la política NO es el arte de eternizarse en el poder, tú mismo, o los de tu partido o tus parientes o tus conocidos o los chicos de tu colegio.
Por supuesto, la política NO es el arte de hacer dinero, y de hacerlo rápidamente, porque “esto se acaba y hay que aprovechar”.
La política NO es el arte de mentir al personal.
La política NO es el arte de decir al personal lo que el personal quiere oír.
La política NO consiste en estudiar continuamente las encuestas de intención de voto, para virar en cada momento según ME convenga y asegurarme el puesto (Virar = decir hoy blanco y mañana negro, sin que se me altere un solo músculo de la cara).
Y cuando estoy embalado, mi mujer me corta: ”Y entonces, ¿qué es la política?”. Mientras intento recuperarme del frenazo, sigo:
La política ES luchar por conseguir el bien común.
La política ES el arte de conseguir sacar lo mejor que la gente – formada por PERSONAS – lleva dentro, que es MUCHO.
La política ES el arte de decir las verdades a esas personas, pase lo que pase.
La política ES el arte de animar a las personas de la nación, diciéndoles la verdad y huyendo de animar al estilo majorette, con frases como “Somos los mejores”, “Estados Unidos a nuestro lado es una filfa”, “Hala, que les ganaremos a todos”, “El G-20 se debería llamar G-1 –nosotros- +19”, etc.
La política ES el arte de exigir a las personas.
La política ES ser modelo de exigencia para que cuando se exija a las personas, ellas vean que los políticos son los primeros en dar ejemplo.
La política no es más que un encargo temporal que las personas que constituyen la sociedad dan a otras para que administren la cosa pública. Esto trae como consecuencia que esas personas que tienen ese encargo no son una clase aparte. Son unos señores que llevan a cabo el encargo que se les dio y que, cuando lo acaban, en vez de intentar perpetuarse en su encargo temporal – con la intención de que pase a ser encargo eterno – se van a su casa, se toman un mes de vacaciones y a trabajar en otra cosa. O a buscar empleo.
Y la mujer de mi amigo me vuelve a cortar y dice: “Has dicho no se cuántas veces que la política es un arte. Entonces, lo de los tecnócratas no te gustará, supongo”. Y le digo:
1. Que si al competente le llaman tecnócrata, me gustan los tecnócratas.
2. Que si ese competente se cree que todo se arregla con medidas técnicas – lo que los cursis llamarían mecanicistas -, es que es un incompetente.
(…)
(…)
NOTA: Estoy seguro que el profesor Abadía disfrutaría compartiendo estas sensatas opiniones sobre la política con los que formamos parte de Ciudadanos (C’s), ya que pensamos exactamente igual. Y estoy seguro que muchas más personas piensan lo mismo, y que no van a votar porque los políticos que conocen les han decepcionado, y que si supieran que C’s existe, vendrían encantados a conocer este partido hecho por y para los ciudadanos normales, y que probablemente hasta nos votarían.