Llegó por fin el viernes más deseado: el 31 de julio. El viernes que supone un antes y un después, el punto final a una semana que a todos se nos hace eterna. Ya lo dice Luz Sánchez Mellado en su artículo «¿Feliciqué?» en El País: esta es la semana más larga, «para esos que ven el sábado, 1 de agosto, como el inicio de lo que sea que lleven anhelando el resto del año»: las vacaciones.
Pero ¿qué pasa? ¿por qué tenemos que hacer todos las vacaciones a la vez? ¿acaso se para el mundo para que descansemos en agosto?
Así es, todo el mundo, tanto los que trabajan por cuenta ajena, como los autónomos; tanto los trabajadores en activo, como los parados; tanto los que vacacionan en agosto, como los que lo hacen en otras fechas. Todos tenemos grabado a fuego en nuestros calendarios vitales la fecha del 31 de julio, como la del fin de curso. Hasta el presidente del Gobierno hace un discurso de valoración de su curso político. Será porque nos lo han inculcado desde pequeños (aunque en la época de estudiantes eran dos los meses de las deseadas vacaciones, julio y agosto), o porque hace demasiado calor para trabajar, o porque es el momento perfecto para dedicarnos a lo que realmente nos apetece, vacacionar. El 31 de julio supone para muchos el fin de una etapa, que se reanudará tras el «merecido descanso».
¿Lograremos «desconectar»? Es posible, pero ¿queremos realmente desconectarnos? No está claro, depende. En todo caso, lo que sí deseamos es ser libres de hacer lo que nos venga en gana, para dedicarnos a aquello que realmente nos apetece: hacer viajes, reunirnos con los amigos, descubrir nuevos rincones, leer, escribir, cuidar el huerto, hacer fotografías, pasear en bici, nadar, etc. Pero, ¿qué pasa el resto del año? ¿no podemos ser felices también? Desde aquí quiero reivindicar el derecho a mezclar las vacaciones con el trabajo, pero también a la inversa. No podemos vivir 11 meses resignados con el objetivo de llegar al mes (o menos) de vacaciones para ser felices, y que solo durante ese periodo de vacaciones vivamos como realmente queremos.
Somos muchos los que, hoy en día, hemos tenido que reinventarnos. Y ya que hemos tomado esta trascendental decisión, lo hemos hecho reorientando nuestra carrera profesional hacia lo que realmente nos gusta, o mejor dicho, nos motiva, para poder disfrutar trabajando. Es por ello que, ni podemos desconectar en vacaciones del trabajo, ni debemos renunciar a micro vacaciones el resto del año. Creo que así podremos ser más productivos, y no angustiarnos con la presión de la cercanía de estas fechas en el calendario, tanto la del fin del «curso profesional» como (aún peor) la del final de las vacaciones.
Soy muy fan del concepto «Trabacaciones«, un término acuñado por la BBC allá por 2011, que hace referencia a un periodo de disfrute de vacaciones sin desconectar del todo de nuestro trabajo, utilizando las herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías, en concreto los smartphones o las tabletas, para trabajar en cualquier lugar del mundo mientras estamos de vacaciones. Cada vez somos más quienes lo practicamos, conciliando la transición entre el trabajo y las vacaciones, y viceversa, algo que nuestro cerebro agradecerá, manteniéndose ágil y bien estimulado. Al fin y al cabo, hoy en día podemos mantenernos siempre conectados y accesibles.
De nosotros depende cómo lo gestionemos. Como decía un antiguo slogan de NOKIA, «lo importante no es la tecnología sino lo que hagamos con ella«.
Durante este mes, este blog se tomará unas vacaciones, pero yo no, seguiré escribiendo (y también publicando) en mi otro blog, Viajero Digital, en el que te iré hablando sobre temas relacionados con el turismo, los viajes y consejos para viajeros. ¿Me sigues? Yo voy a «trabacacionar». Y tú, ¿qué harás?
2 respuestas a «El viernes más deseado: 31-julio. Y luego, ¿vacaciones o trabacaciones?»
Hola Luis, excelente post! No puedo estar más de acuerdo 🙂
A mi también me choca un poco esta alegría desbordada cuando llegan las vacaciones. Está genial irse de la ofi y hacer otras cosas, a mí me encanta 🙂 Pero también me gusta mi trabajo y me gustaría que a mis compis les gustara el suyo un poco más. Por eso no comparto esta corriente de opinión que identifica la oficina con las galeras…
Gracias por contribuir a difundir la idea de que no hay blancos y negros, que con un poco de cabeza, todo podría ser color.
Justo publiqué hace unos días una reflexión al respecto. Te la comparto por si fuera de tu interés.
http://balcon40.com/2015/08/01/ola-de-calor/
Lo dicho, encantada de conocerte. Un abrazo!!
Me ha encantado también tu post. Un fuerte abrazo.